Esto que no me pertenece lo paso
porque tiene unas cuantas verdades sobre el Camino y los peregrinos.
Extraido de
https://albertosolana.wordpress.com/2015/12/05/16-la-gran-pregunta/
La gran pregunta
a la que me refiero, es la que surge en ocasiones, en los foros peregrinos del
ámbito jacobeo cuando se habla de la motivación para peregrinar.
Así la planteaba mi eterno e insigne amigo gaitero José Antonio de la
Riera mientras, sentado en una piedra, se encendía un narguile esperando a un
compañero de peregrinación al que, tras coronar una pronunciada cuesta, había
distanciado de su compañía. Hace mal Don José Antonio en fumar, porque si el
Camino libera, el tabaco esclaviza. En esa contradictoria dualidad de liberarse
andando y de atarse fumando, José Antonio se hace o nos hace la gran pregunta:
“¿Qué es lo que tira de una persona con tanta fuerza, qué le hace realizar un
esfuerzo imposible, brutal? ¿Cuál es el misterio? ¿En qué reside todo? ¿Qué es
lo que hace a una persona abandonarlo todo, lanzarse – como sus antepasados- a
un nomadeo impredecible hasta los confines de la tierra?”.
José Antonio, que es sabio y poeta a su manera, gusta más de hacer
preguntas que de contestarlas. Por si fuera poco, es además gallego, de modo
que si le hacéis una pregunta, lo más seguro es que no responda, sino que os
haga otra pregunta. Un servidor es castellano, y aunque no exento de preguntar
lo que es menester, gusta más de contestar, de proponer, de debatir, de
discutir… hasta partirme los morros incluso con el interlocutor de turno,
aunque finalmente terminamos tomando vinos en el chiringuito más cercano e
interesándonos el uno por el otro. Curiosa forma de hacer amigos.
El Camino surge así como movimiento continuo de multitud de intereses y
motivos que conviven y se complementan. Cabe decir que el Camino en sí mismo
termina convirtiéndose en motivo, y lo que fue fruto de la tradición forma
parte de la tradición misma y llega a formar incluso su parte más notoria y
prioritaria.
En esas estamos
cuando hoy día alguien osa plantear la gran pregunta. El Camino hoy lo es todo
y desborda los motivos, porque el Camino en sí mismo es motivo suficiente para
salir a buscarlo, a conocerlo, a descubrirlo, a vivirlo, a compartirlo… y la
experiencia de vivirlo es tan especial, tan sentida, tan singular, que nos
atrapa, que nos llena, que nos magnetiza, y nos deja marcados desde esa
sensación sublime de sentirnos protagonistas de nuestra vida, de nuestro
transcurrir, a través del sufrimiento y a través del gozo que de ambos hay
parte, y el Camino se convierte así en una llave que nos permite romper con la
rutina, con las obligaciones, con los horarios, con la monotonía, con los
intereses, con lo convencional, y nos hace sentir que somos dueños de nuestra
vida, y nos abre una ventana hacia la libertad.
Pero camino y caminante son una misma cosa. El camino es en última
instancia lo que el caminante es. Cada caminante tiene su camino. Uno y otro
tienen su propia alma, y cuando una y otra se encuentran, la experiencia cobra
toda su dimensión.
Yo hice mi camino y viví mi experiencia. Fui feliz haciéndolo y
sufriéndolo, pero la respuesta la encontré bajando a la cripta, integrándome en
el ambiente de piedra, orando ante Santiago, ante Dios y ante mí mismo, y en
ese marco eterno de piedra sentí la eternidad y descubrí que también mi
alma es eterna, y sentir la propia eternidad es estar ante Dios. Allí sentí que
mi camino había finalizado y que comenzaba algo nuevo que merecía compartirse.
De este modo el fin de una cosa se convierte en el comienzo de otra,
porque cuando se ha encontrado la gran respuesta, también se descubre que todo
continúa, que los amigos esperan, que hay anécdotas que contar, alegrías que
celebrar, emociones que compartir, motivos por los que brindar, y cosas
importantes de que hablar, de planes para el futuro, quizá de nuevos caminos,
porque cuando se hace el Camino, el Camino forma parte de uno y uno mismo forma
parte del Camino.




